La casa de la palabra, la casa del insulto

Venimos denunciando el uso de la escalada nacional-nacionalista con la única finalidad de captar adeptos, incrementar la tensión para obtener apoyos. Utilizar en definitiva los más bajos instintos para alentar a las masas y enfrentar a un grupo de españoles contra otro. Una indignidad.

Algunos de nuestros políticos han superado ya los límites de la decencia, tanto que llegamos a preguntarnos si alguna vez la atesoraron en su armazón moral o en su más básico sentido común. Ahora han decidido dar rienda suelta a sus comportamientos más tribales: ¿acaso les importa que su imagen trascienda a la sociedad civil y que lleguemos todos a escupirnos a la cara? ¡Cómo se echa de menos la cuidada e incisiva oratoria, de uso obligado y común a lo largo de la historia, la capacidad de mostrarse inteligente en las Cámaras de la Palabra que se han convertido en Cámaras de la Chulería y del Insulto!

La bronca de baja estofa se ha instalado ya como una costumbre muy arraigada en nuestra democracia que basa como única tarea de la oposición machacar al gobierno al margen de su honestidad y de su actuación política. 

La lección debemos darla los electores, los ciudadanos, exigiendo que los políticos nos muestren su verdadera capacidad de construir, de mejorar las cosas en vez de exhibir, de forma permanente y única, su estilo más tosco para denigrar al contrario. Queremos líderes que se destaquen por su honradez y su capacidad de trabajo, líderes de los que nos sintamos orgullosos y que incluso susciten nuestro afecto por su cercanía, por su habilidad demostrada para resolver nuestros problemas y hacernos la vida más fácil.

Consideramos un desecho político, por el contrario, a los políticos que siempre actúan con el colmillo y la mala baba, los incapaces de dialogar, de unir esfuerzos para sacar el país o la región adelante. 

Ser constructivo, intentar dialogar, pactar, ser sensato, no significa pasar por alto comportamientos corruptos como los que han echado fuera de la vida política a muchos líderes relevantes del Partido Popular. Todo lo contrario, el partido corrupto debe pedir perdón y poner de su parte todos los medios para que ese comportamiento adquirido durante tantos años no se vuelva a repetir. Y no tratar de huir siempre hacia delante elevando el tono del debate hasta llegar al insulto.

También Ciudadanos y los nacionalistas catalanes deberían hacer un alto en sus conciencias para meditar si merece la pena conseguir adhesiones utilizando esa escalada que puede llevarnos a un conflicto que nadie quiere pero parece que algunos desean.

elObservadorDCLM