25N: Muertas por la sinrazón de un hombre

Probablemente Jennifer, Pilar, Adela, Paz, Dolores, Carmen, Patricia, Doris, Maria José y Silvia reclamaron en las calles de su barrio en algún momento el fin de la violencia de género. Puede que incluso prepararan pancartas y gritaran el fin de la violencia machista. 

Tal vez Soledad, Josefa, Magdalena, Francisca, Raquel, Marta, Maribel, Cristina, Ali y Judith, se escondieron alguna vez en una habitación de su domicilio para evitar los golpes físicos o verbales que les proferían sus parejas, a veces incluso ante sus propios hijos cuando además alguno se escapaba golpeando a lo que más querían.  

Es muy probable que Isabel, Paz, Leyre, Ana Belén, Estela, Ivanka, NB, Lola, Eva y Yesica, tuvieran alguna amiga con quien desahogarse tras un episodio de malos tratos en su casa, mientras sujetaban un paquete de kleenex en una mano y en la otra el teléfono móvil que pudiera salvarlas la vida en un momento violento inesperado pero siempre amenazante. 

Es más que evidente que Esther, María Ángeles, Nuria, Maguette, Manoli, Ana, Aicha, Fátima, Yolanda y Sacramento tuvieron miedo, e intentaron buscar una salida armándose de valor, aunque tal vez ya era demasiado tarde. 

Todas ellas han dejado de existir a manos de sus parejas o ex parejas en este 2018. Se les fue la vida como el agua entre las manos; 18 apuñaladas, 7 por disparos, 5 por palizas, 4 estranguladas, una envenenada, otra atropellada por un vehículo y una más quemada dentro de su propio domicilio. 

Celia, la mayor de todas ellas, en Mazarambroz (Toledo), padecía alzhéimer y se encontraba bajo los cuidados de un geriátrico acompañada por su marido. Fue envenenada a los 90 años. El después se suicidó.  

Mar, la más joven, con tan solo 21 años. Recibió un disparo en la cara por parte de su novio, en un campo de tiro de Las Gavias (Granada), cuando comenzaba a vivir. El después se suicidó. 

En ambos casos el orden está equivocado, porque la posesión, la propiedad se ha impuesto en las decisiones a la libertad de las personas a las que decían querer. Ellas no querían morir pero ellos se creyeron Dios para dar y quitar vidas. 

María José, fue asesinada en Vitoria, ante la presencia de su madre que intentó evitarlo pagando también con su vida la decisión que aquella mañana había tomado el asesino. 

Una tras otra, 12 en Andalucía, 6 en Cataluña, 4 en Madrid, 3 en Asturias y Galicia, 2 en Canarias, Castilla-La Mancha, Castilla León, Aragón, C. Valenciana, Navarra y País Vasco. Solo Cantabria y La Rioja se libran de este sinsentido.

Son 972 mujeres muertas a manos de sus parejas o ex parejas en los últimos 15 años. Antes, muchas más. Mujeres que afirmaron al panadero que resbalaron en la ducha cuando les preguntan por un ojo morado. Aquellas que saben maquillar como nadie ojeras y maratones mientras pintan una sonrisa ficticia a sus vecinos para afirmar que todo va bien, a pesar de que se han oído gritos y golpes en el domicilio. Siempre hay alguien, una amiga, una hermana, una vecina... que saben la verdad. 

No hay medidas correctivas, coercitivas ni preventivas de la Administración que puedan acabar con esta lacra que inunda la sociedad. En estos casos siempre se está "sola frente al peligro". Pero el peligro no viene de golpe, no es solo la muerte. El peligro avisa antes con otros síntomas. La violencia verbal, la agresividad, el desprecio.  Todos esos ingredientes que tornan la paz del hogar en dureza, desprecio, injusticia, abuso, y crueldad. Los que se inoculan sin querer a los hijos, testigos de esa sinrazón que, a su vez con muchas probabilidades, repetirán roles cuando sean mayores. 

Un insulto, una falta de respeto. Algo que puede empezar siendo simplemente una imposición con el mando de la televisión, para continuar con el control del teléfono móvil. Mentiras en los horarios, sorpresas inesperadas que a veces se interpretan como regalos pero en el fondo son control por sorpresa.

Quien más nos quiere no es quien no nos deja respirar. No es quien quiere estar a toda costa dentro de nuestra vida. Quien quiere dirigir nuestros designios. Quien "no puede vivir sin nosotras". Quien se encuentra facultado para poner fin a nuestra vida. Quien más nos quiere, es quien respeta nuestra libertad.  

En este 2018, son 44 mujeres las que han perdido la vida en nuestro país a manos de aquellos que decían quererlas mucho y no poder vivir sin ellas... 33 menores han quedado huérfanos por la sinrazón de un hombre. 

DCLM