Minorías espumosas o la gaseosa de la política

He tratado de pasar de las recientes elecciones en Andalucía, pero tantos dimes y diretes que acaparan los medios de comunicación me han obligado a analizar los últimos resultados electorales en base a cifras objetivas al margen de tantas opiniones que podrían tergiversar la realidad.

Los datos oficiales aportan que el PP ha obtenido 26 escaños, perdiendo 7 diputados en relación con los anteriores comicios. Se observa que, en lugar de tratar de justificar los motivos por los que no ha conseguido la tan ansiada mayoría, se consuela diciendo que el PSOE ha perdido 14. 

Este último partido, ha conseguido 33 representantes en estas votaciones y ha quedado lejos de los 55 que son necesarios para la mayoría absoluta. No he observado por parte de los responsables políticos un análisis riguroso y objetivo de la bajada, o huida, de votantes, desviándose, en cambio, la atención con otras cuestiones, como por ejemplo con Cataluña.

Cs se muestra eufórico porque ha tenido un ascenso de 6 diputados, pero es evidente que ha quedado muy lejos de la mayoría como hicieron otros partidos en otros momentos, pues ha obtenido 21 diputados y le faltarían 34 para poder gobernar en solitario. Su posición se asemeja a un colegial que ha sacado una nota de 3,8 y dice a sus padres que es un aprobado moral. La realidad es que ha tenido un suspenso y tendrá que volver a examinarse en septiembre.

Esta última formación política junto con el PP pretende formar gobierno en Andalucía al haber obtenido conjuntamente 47 diputados con 1.408.906 electores; sin embargo, al ver los resultados de las elecciones de 2015 se aprecia que obtuvieron entonces una mayor representación popular con 1.433.156 votos, aunque con tan solo 42 diputados.

AA ha conseguido 17 representantes, 3 menos que cuando se presentaron separadamente Podemos e IU en las elecciones del 2015. Esta formación junto con el PSOE ha tenido el respaldo de 1.593.283 andaluces, lo que representa un 13% más de votantes de los que han apoyado al PP y Cs. 

Por último, ha entrado en la vida política andaluza VOX con 12 representantes. Sumando sus votos con los del PP y Cs darían al tripartito una mayoría de algo más de doscientos mil votos en relación con el conjunto de votantes al PSOE y AA.

De estos últimos comicios destaca la abstención, con 326.053 votantes menos que en 2015. El actual sistema electoral no tiene en cuenta que 2.602.546 de andaluces no hayan votado y permite que un puñado de votos pueda dar un diputado. Dado que es difícil precisar las posibles abstenciones, al bajar la participación las previsiones no se han cumplido, aunque algunos, bien intencionadamente, bien por ignorancia, prefieran echar la culpa al CIS. Al margen de los trasvases de votos entre partidos, se aprecia que la abstención que se ha producido va pareja con el descenso del PSOE y del AA, como ocurre en la política nacional, mientras que el PP y ahora con el Cs mantienen el número de votos con independencia de su gestión. 

Por otro lado, en Suecia tras los últimos comicios hay dificultades para formar gobierno por el compromiso de los partidos democráticos de no pactar con la ultraderecha, lo que no significa que se prive a los representantes debidamente elegidos a tener voz y voto.

Si esto se tuviese en cuenta en las últimas elecciones andaluzas y partiendo de la base que el PSOE ha sido el partido que ha obtenido el mayor número de votos, sería a esta formación política a quien le corresponde iniciar la formación de gobierno. Si se alía, como en la última legislatura, con el Cs alcanzaría 54 escaños frente a los 43 del PP y AA. Si pactase con AA, como sucede en otras Comunidades, llegarían a los 50 diputados frente a los 47 del PP y Cs. En todo caso, la gobernabilidad en términos generales estaría asegurada, pudiendo los votos de VOX interferir puntualmente solo en determinados asuntos.

Como segunda opción, habría que valorar la formación de gobierno con una alianza del PP y Cs, pero en todo caso necesitarían el apoyo, explícito o implícito, de VOX. Esta posible coalición del PP y Cs ha conseguido conjuntamente en las últimas elecciones 24.250 votantes menos que en las del 2015 y a pesar de ello han tenido 5 representantes más. Además de haber obtenido actualmente una menor legitimación popular, si se tiene en cuenta el censo electoral se aprecia que han alcanzado tan solo un respaldo del 21,8% del total de andaluces con derecho a voto, por lo que habría que hacer la siguiente pregunta ante las medidas que quieren implantar: ¿Van a tener en cuenta los intereses de todos los andaluces o tan solo de la minoría que les ha votado?

Lo expuesto es válido para cualquier otro partido y otras elecciones, ya que la Ley Electoral permite gobernar con algo más del 30% de los votantes que representan un veintitantos por ciento del censo, permitiendo al gobierno de turno hacer lo que quiera al margen de la voluntad de la gran mayoría del resto de los españoles, andaluces, etc. Si hablamos del Senado, todavía esta cuestión en más esperpéntica.

Estas últimas elecciones andaluzas me han hecho comparar a los partidos políticos con los refrescos. Mientras que algunos, pocos, mantienen sus características, hay otros, los más, que recuerdan a las gaseosas o a las bebidas de cola que tomábamos cuando éramos pequeños. La primera impresión era de asombro al ver cómo se llenaba el vaso y placentera en los primeros sorbos; pero con el paso del tiempo nos encontrábamos con la realidad: la espuma había bajado y el vaso mostraba el verdadero contenido del líquido, que al estar ya caliente y sin gas nos decepcionaba y lo abandonábamos para seguir jugando.

Julio F. Sanguino Fernández