Sementales para la lidia

No parece que estos chicos de Vox vayan a traer un poco de paz y cordura a nuestras vidas, más bien nos recuerdan a esos toros recién salidos al albero, dispuestos a llevarse por delante todo lo que se encuentran. Habrá que echarles unos capotes y seguir la fiesta con las banderillas a ver si entre pullas y señuelos bajan un poco la testosterona, la testuz y los humos. Habrá que hablarles en su idioma, aconsejarles un poco de tantra político para que no desperdicien de golpe tanta proteína y se sientan luego desfallecidos como les sucede a todos los animales que gastan su energía en los primeros lances para ser  luego fácilmente vencidos por otros corredores de fondo con más arte y materia gris en sus cerebros. Un poco de calma señores de Vox, que la reconquista no se fraguó en un día ni en unos meses, que los patíbulos y las hogueras de la Inquisición necesitan de cierta escenografía medieval, que otros llegaron ya con ese ímpetu, conquistaron medio mundo, aniquilaron a otro medio y fueron finalmente devorados por animales políticos más cautos, inteligentes y experimentados. ¿Cuáles son sus virtudes? Dicen lo que muchos oídos quieren escuchar, verdades simples carentes de realidad, incendian y se ofrecen para apagar los fuegos con lanzallamas. Qué pereza. Haber llegado hasta aquí para volver a creer en las sombras de la caverna, la intolerancia, como escribe Rubén Amón “se trata de tergiversar y distorsionar algunos problemas reales y sensibles -la violencia, la inmigración, la globalización- para rebuscar en los instintos y en las soluciones milagrosas...convertirse en el antídoto del pánico que propagan”. Utilizan la misma estrategia que los nacionalistas populistas e, igual que ellos, llevan en el pecado la penitencia, la necesidad de elevar cada vez más el tono de sus plegarias. O de sus proclamas. Y quieren que eso lo paguemos todos, su capricho de machos adolescentes: convertirnos en la cacharrería por donde pasa su estampida de elefantes abanderados por los viejos estandartes de la fe sin trascendencia, el orden sin justicia y miles de justos pagando por un puñado de pecadores.

Que entren en la plaza, que sigan con sus órdagos, que leamos en grandes titulares su próxima exigencia: para apoyar el gobierno de Andalucía, y que en la reconquista llore Susana como mujer, Vox reclama la ilegalización de todos los partidos a su izquierda, entre ellos el PP y Ciudadanos. Como somos más tolerantes que ellos, dejemos que se sientan el único toro ciego capaz de sobrevivir en una plaza, dejemos que suelten su parte de locura en fin, pero no permitamos que nos arrastren a todos, ni ahora ni cuando les llegue la hora de la resaca y sueñen con los monstruos de la razón. No era esta la salvación que esperábamos, seguiremos atentos.

elObservatorioDCLM