La más dolorosa de las muestras de amor

Hubiera sido fácil darle el fármaco y callar. Enterrarla y volver solo a casa. Seguramente nadie hubiera sospechado de un hombre que dedicó 30 años de su vida a cuidar a su esposa. 

Hubiera sido fácil guardar silencio cuando ella hizo el viaje que estuvo preparando durante décadas. Un viaje que debía hacer sola pero que había ultimado con todo lujo de detalle durante mucho tiempo. 

Hubiera sido fácil llevarla al tanatorio y después al cementerio para recibir el pésame de los vecinos y amigos. Pocos... porque la vida encamada da lugar a pocas amistades. El dolor aleja a quienes no son "amigos de verdad" y esos se cuentan con los dedos de una mano. 

Sin embargo, Ángel eligió el camino difícil. El camino de perder lo que más quería con una acción que le dolía en el fondo de su corazón. De contarle al mundo por qué lo había hecho. De someterse, con el cuerpo sin vida de su mujer aún presente en una cámara, a un interrogatorio policial. De arriesgarse a ir durante unos años a la cárcel. Y lo hizo por amor. 

Hoy escuché a un político de esta región decir, que era cristiano, católico y creía en Dios. Pero que al ver las imágenes de María José y Ángel, sintió tanta compasión que a pesar de estar en contra de la eutanasia, el mismo lo habría hecho para evitar un sufrimiento innecesario por irreversible. 

El día había llegado en plena campaña electoral, quien sabe si ese dato era uno de tantos los que Argel y María José habían tenido en cuenta para hacer este viaje. Hoy se vuelve a hablar del tema en la cola del pan, en el bar de la esquina y en los mitines de los políticos. Se ha obligado a dar opinión a todos aquellos que lideran los partidos políticos. Puede dar la sensación de que estamos a punto de conseguirlo, porque además era uno de los temas que el Gobierno de Pedro Sánchez tenía sobre la mesa. Pero no nos engañemos... esto ya ocurrió con Ramón Sampedro. 

Solo me queda decir, buen viaje a María José, y enhorabuena a Ángel por haber sabido hacer con valentía la más difícil de las demostraciones de amor. 

P. Moratilla