Promesas de amor

¿Qué es más importante para un partido político, mejorar la vida de los ciudadanos o ganar las elecciones?

Detrás de esa recurrente simplificación existe toda una selva enmarañada de confusión. Se puede plantear de otra manera: ¿qué sucedería si para ganar las elecciones un partido político tuviera que traicionar la confianza de sus seguidores? ¿Y si supiera que para llegar al poder tuviera que empeorar la situación hasta generar, por ejemplo, un conflicto grave, una guerra?

Si no le gustan mis principios, tengo otros. La frase parecía imposible de superar hasta que escuchamos al líder del Partido Popular asegurar que aplicaría el programa de Vox si sus electores que se han fugado al partido de Abascal retornaran al PP. 

Con menos claridad existen otras distorsiones como encontrar un filón en un problema que enfrenta a la sociedad y amplificarlo para polarizar el voto. Aquí ya no se trata de mejorar la vida de los ciudadanos sino empeorarla para sacar rendimiento del malestar. Pongamos como ejemplo, el interés de ciertos partidos en que aumente la tensión en torno al conflicto catalán porque de esas banderas enfrentadas obtienen un beneficio visceral de los ciudadanos. Incendiar sentimientos no significa tampoco mejorarnos la vida, muchas veces, todo lo contrario. 

Llega un momento en que es muy complicado entender cuándo nos perdimos y qué parte del problema era real y cual le corresponde a los enfrentamientos entre los partidos, el rendimiento electoral, suscitar filias o fobias. Por ejemplo, el caso del Brexit en el Reino Unido. 

Llega la campaña electoral. Es el momento de las promesas de amor.

elObservadorDCLM