El Saltimbanqui, el Padre Pastor, don Fundamento y el Insulso

Claro que sirven los debates, claro que son útiles. Y dos mejor que uno porque en el primero los candidatos pueden contenerse pero en el segundo se sueltan y se dan a conocer un poco más en primera persona, así somos.

El inquieto saltimbanqui parecía como aquellos viajeros que tienen prisa por llegar y se pierden en el camino. Rivera lo tuvo cerca una vez, encontró el filón con el tema catalán y quiso aprovecharlo hasta el máximo. El principal problema de un saltimbanqui es que, a pesar de sus nerviosos movimientos, carece de cintura para cambiar de tema cuando el que trata de exprimir ya no está tan de moda y, lo que es peor, muchos se han dado cuanta que el conflicto que dice combatir le interesa que se mantenga, y mucho. Le brillaban los ojos, no podía callar, dio la sensación de venirse tan arriba que no fue nunca consciente de su verdadero espectáculo. 

Iglesias es otro desde su paternidad. O desde su vida en familia. Un padre debe contener a sus hijos cuando todavía no son conscientes de que su actos acarrean consecuencias. Hay quien le ha llegado a ver como un Gandhi pacifista, zen, sensato. Nada que ver con aquel Dani el rojo que prohibía prohibir y, todo lo contrario, nos muestra a todos el camino del buen comportamiento y la mesura. Es nuestro Padre pastor.

Algunos, muchos, no habrían soportado como lo hizo Pedro Sánchez las constantes interrupciones del saltimbanqui o las mentiras del Insulso. Parece que don Fundamento es tan capaz de mantener la calma como Rivera de perderla. Sánchez es el tenista que no rompe la raqueta aunque la línea y la red se conjuren en los puntos más importantes. La serenidad, la confianza valen más que miles de argumentos y mucho más que unas coloridas cabriolas. Porque se trata de presidir España y no de ser muy listo pasándose señas en el mus.

Casado se ha ganado la fama de mentiroso y de estar por debajo de las necesidades de regeneración de su partido. No es mal político para ser tal vez alcalde o concejal pero tampoco da la talla si volvemos a pensar que se trata de gobernar España. Es un saltimbanqui pero insulso, triunfa en su grupo de amigos de la alta sociedad donde es visto como un buen partido. Pero no será nunca capaz de devolver al PP la imagen perdida tras la podredumbre, el experto guía que saque a su partido de la necesaria travesía por el desierto. Si acaso, un paseo en camello junto al saltimbanqui y el asalta patrias, pero no mucho más.

elObservadorDCLM

Nota: Con banda sonora se entiende mejor