Camuñas (Toledo), "Pecados y Danzantes"

Camuñas es un pueblo de La Mancha toledana, situado en la falda de la montaña Cabeza-gorda, en el margen izquierdo del río Amarguillo, que estos días del Corpus Cristi celebra una fiesta declarada de Interés Turístico Nacional, llamada "Pecados y Danzantes". Toda una tradición que data el siglo XVI y que consiste un auto sacramental mímico, en el que se desarrolla una confrontación abierta entre el bien y el mal.

El pueblo se distribuye en dos grupos, los pecados con ricos atuendos, larga vara y careta maléfica que representan lo material y mundano de la vida, así como los defectos del ser humano, mientras se mueven entre gritos y alaridos. Por otro lado están los danzantes, que representan las virtudes y se mueven alegres utilizando en su desplazamiento la música.

Ya antes de la misa unos y otros recorren el pueblo para recoger al párroco de la localidad y conducirle a la misa, pero solo los danzantes entran dentro de la iglesia. A la salida los pecados lanzan un disparo anunciando la llegada de "la pecadilla", que parece buena pero no lo es tanto y cuya misión es engañar a los danzantes. Tras ella, llega el "pecado mayor" vestido de negro y con careta de cerdo, simboliza el demonio. Con "el correa" termina la batalla. Los pecados caen humillados y los danzantes comienzan a "tejer el cordón" mientras aparecen la prudencia, la justicia, el capitán que representa la caridad, el alcalde la esperanza, el tambor la templanza y la porra la fortaleza.

La originalidad de Camuñas se muestra en la vida de sus gentes que tejieron su historia desde la repoblación por la Orden de San Juan. Fue durante un tiempo una aldea de Consuegra y durante la invasión francesa, destacó heroicamente "Francisquete", también llamado el "tío Camuñas" que todos los niños conocen. Su hermano fue ahorcado en el molino. El mismo que tras incendiarse consiguió resurgir como el ave fenix gracias a la colaboración de todos los vecinos y por eso le llaman "El molino de la Unión".

Tuvo el lugar un alcalde noble, pero con ideas tan liberales que mantuvo un continuo enfrentamiento con la iglesia hasta el punto de llear a expulsar al párroco del lugar.

Hoy su torre del reloj, sigue mostrando cada hora, como lo viene haciendo desde 1910, cuando fue adquirido por el ayuntamiento al mismísimo proveedor de la Casa Real.

P. Moratilla