¡Albert, qué humillación!

No todos los días sale el presidente de una nación a desmentirte, y menos si el desmentido parte desde el Elysseo. A Albert Rivera le han estallado sus pactos con Vox en la cara, como no podía ser de otra manera, y este jueves recibió la mayor humillación desde que lleva en política.

Rivera se sirvió de Emmanuel Macron para amnistiar sus relaciones con la ultraderecha en España. El líder de Ciudadanos amparó sus coqueteos con la formación de Santiago Abascal en supuestas palmaditas en la espalda que llegaban desde Francia. Creyendo que la mentira no traspasaría nuestras fronteras, tales atribuciones a la figura del presidente francés fueron desdichas con urgencia: "es una información errónea. El presidente no ha pronunciado esas palabras ni en privado ni en público".

Las demoledoras aclaraciones desde una institución tan reputada como la presidencia de la República Francesa aplastaban el zafio argumento de un político que ha querido jugar a ser Macron en España, y no ha pasado de la tercera plaza.

Las explicaciones venidas desde París no eran ni siquiera necesarias. Los propios argumentos de Rivera para blanquear sus compromisos gubernamentales con Vox chocaban de facto con la lucha que encabeza Macron contra la ultraderecha en Francia y Europa.

Hoy la credibilidad de Ciudadanos se diluye como un suflé. Una vez descubiertos por su apuesta en Barcelona, Manuel Valls, a los naranjas ya no les vale esconderse tras el PP para llevar a cabo sus oscuros negociados con la extrema derecha. El partido que creció contándonos que venían a regenerar la política y ocupar el centro, deben de dar la cara y contarnos dónde están y quiénes son sus socios preferentes.

La gente de Ciudadanos nos ha vendido estos meses su frentismo a los independentistas, una estrategia que les dio incluso una mayoría en la elecciones autonómicas de Cataluña y que les ha posicionado en el mapa español. Ahora tienen en su mano la posibilidad de que el Gobierno de España no necesite del apoyo de los secesionistas para su estabilidad, les bastaría con prestar sus diputados a Pedro Sánchez, como ya lo hiciera hace unos años cuando en Ciudadanos se decían que eran socialdemócratas. Por lo pronto, lo que sabemos es que se gustan con Vox, y que en Barcelona no les importa que gobernase el independentismo.

Nos conformamos con que abandonen la cueva y la mentira, y hablen tan claro y tan rápido como el entorno de Macron.

elObservadorDCLM