"Si mañana no llueve, me afeito el bigote"

Dos mujeres caminan detrás de mi. Son las dos de la tarde, el asfalto y las aceras parecen parrillas recalentadas por el sol. Escucho que una de ellas se queja sobre los informativos de la tele: “Nada más empezar el telediario, tía, antes de las noticias ya está el Piqueras con la ola de calor, que si nos vamos a asar, que si la alerta naranja, roja y amarilla. Y luego aparece ese mapa de España con colores o ardiendo, en llamas, tía, qué acojone. Y cambias a otro telediario y lo mismo, que si la ola, que si el riesgo, que si los consejos de siempre…tía no nos dejan vivir. Yo no saldría ni a la calle pero…¡no es esto lo que ha pasado en verano toda la vida de dios…!, ¡cómo se pasan!”.

Aunque me río por su soltura, pienso que a veces los medios insistimos demasiado en algunas cuestiones, nos parece que es lo más importante, un servicio público. Es verdad que siempre hizo calor, pero llegaba de pronto sin que nadie nos dijera con toda exactitud: “el miércoles, tendremos equis grados a partir de las once y media de la mañana, la ola seguirá asolando nuestras vidas hasta el martes por la tarde”. Antes no acertaban nunca, los telespectadores que escuchaban sus predicciones en blanco y negro solían linchar al “hombre del tiempo”. En los años sesenta, un presentador de TVE, Eugenio Martín Rubio, se atrevió a realizar una apuesta en unos meses de sequía: “si mañana no llueve en Madrid, me afeito el bigote”. Se lo afeitó porque no cayó ni una gota en la capital.

Ahora nadie se apuesta nada porque siempre aciertan. Cuidado con el alarmismo.

elObservadorDCLM