La turistificación

Con este término de significado peyorativo nos referimos al proceso de masificación que provoca el  turismo, cuando la actividad tan placentera que produce un viaje es un problema para los habitantes del destino deseado.  Hemos comprobado que los viajeros llegan a los lugares más inhóspitos del mundo, como ocurre al observar las imágenes insólitas de una cordada de ascensión al Everest, en la que centenares de alpinistas esperan el momento de la coronación. Sin duda, hemos llegado a la democratización del turismo y ese logro, en cierta medida, no tiene nada de negativo. Esto se produce por los bajos costes de este sector económico, por lo tanto, podemos viajar la gran masa de una población, que antes veía que era un privilegio  ir a cualquier país exótico. Por contra,  aparece la certeza de que todos los puntos turísticos son muy parecidos porque la globalización y la homogeneidad los han  convertido en parques temáticos.

Podemos tener la impresión de que cuando la clase media de un país viaja, a ese fenómeno se le llama turistificación, mientras que cuando lo hacen los ricos es un turismo de calidad.  La clase aristócrata europea realizaba en los siglos XVIII y  XIX el denominado “Grand Tour" para conocer las riquezas patrimoniales de países como Francia e Italia. Aquello fue el nacimiento del turismo moderno y el descubrimiento de grandes rutas culturales. En cambio, las clases más humildes de la sociedad han viajado a veces forzados por movimientos migratorios en busca  de un trabajo digno; y ya en las últimas décadas  del siglo XX  han podido disfrutar de las maravillas de un paisaje lejano, gracias al abaratamiento de los costes o por el turismo social, una vez llegada la jubilación.  Lo cierto es que el turismo creció en 2018 un 6% en todo el mundo, con unos 1.400 millones viajeros, según datos de la Organización Mundial de Turismo (OMT).

 José Luis Real