Debate de investidura. La España de la propuesta frente a la España del ruido

Empezó al candidato a la Presidencia desgranado uno por uno los grandes ejes del programa de gobierno, que había pactado con sus socios de Unidas Podemos, y garantizando que la unidad de España no está en riesgo porque su Gobierno siempre estará sometido al cumplimiento de la Ley. En un tono constructivo y dialogante pidió compromiso y apoyo de todas las fuerzas políticas para poner a nuestro país como líder europeo en la lucha contra el cambio climático, en la garantía de derechos y libertades de todas las personas, en la aplicación de políticas sociales… En resumen, en la apuesta por una Europa que ponga fin al dolor causado por los recortes aplicados por el neoliberalismo.

Frente a la intervención propositiva y de perfil constructivo, Pablo Casado pareció contagiarse del ambiente que se vivía en la Plaza de Colón, --posteriormente un pequeño grupo de manifestantes se trasladó a los alrededores del Congreso y se concentraron a sus puertas en una suerte de comedia negra en la que las derechas hacen lo que han criticado a otros --, y presa del contagio desgranó durante casi una hora, entre intervención y replicas, una retahíla de improperios y pronosticó toda suerte de males. No faltaron las consabidas referencias a ETA, Venezuela y España se rompe. Como resumen de su intervención podemos concluir que no dejó espacio político a la extrema derecha, a Abascal, que le seguiría en el uso de la palabra. Y no le dejó espacio porque ocupo el espacio natural de los ultras siendo más ultra que ellos.

Abascal, para sorpresa de todos, prefirió, como corresponde en un debate de investidura, criticar el programa del candidato y a ello dedicó buena parte de sus turnos. También pronosticó lo peor y predijo poca vida para el gobierno de coalición, para lo que se mostró dispuesto a utilizar cualquier medio a su alcance. Después le preguntaron si los medios a utilizar serian democráticos. Sánchez le respondió como debe responderse a la extrema derecha, desmontado todas y cada de sus medias verdades con los datos oficiales.

En esta primera jornada de la sesión de investidura no ha faltado de nada, ni siquiera los cambios de voto de última hora de algunos diputados. Tal es el caso del PRC, el partido de Revilla, que pasó de ser el único apoyo socialista en la investidura del pasado año y el primero en proclamar su apoyo para la actual a posicionarse en el bando del bloqueo con el peregrino argumento del ‘España se rompe’. Claro, que la reacción socialista no se ha hecho esperar y lo que se podría romper es el pacto que ambos tienen en Cantabria y gracias al cual gobierna Revilla. También sorprende la reacción de la diputada Ana Oramas, que ha decidido romper la disciplina de partido y desatender el mandato de abstenerse. Oramas, entre aplausos de la bancada popular, anunció un no que no tendrá ninguna repercusión en el resultado final, que ya está asegurado.

Arrimadas, que sigue repartiendo carnets de constitucionalista, sigue con su erre que erre y haciendo tanto ruido como Casado, con el agravante añadido de seguir llamando a los diputados del PSOE a rebelarse contra la investidura de su candidato. Sánchez le ha pedido que se centre, que recupere el centro para su formación y que contribuya con ello al desbloqueo y al progreso de España, pero han sido palabras en el vacío ante quien parece saber más de lo que les preocupa a los votantes del PSOE que a sus propios votantes.

En resumen, más alla del ruido y las astracanadas, de los insultos personales y a la inteligencia de la ciudadanía, y de los pronósticos de videntes trasnochadores para el nuevo gobierno, las propuestas han conseguido sumar suficientes apoyos para que el próximo martes se constituya el primer gobierno de coalición desde la dictadura franquista. Las propuestas han prevalecido sobre ruido y la inteligencia se ha impuesto al insulto y la astracanada.

Ni siquiera ha faltado la consabida manifestación ultra. No se recuerda en la historia democrática de nuestro país que se convocaran manifestaciones y concentraciones contra quienes representan a la soberanía popular mientras están debatiendo sobre el programa y la investidura del candidato designado por el rey para presidir el nuevo gobierno. Esa actitud ultramontana de las derechas sienta un precedente de consecuencias insospechadas y pone colofón a una secuencia de incidentes y declaraciones en redes sociales y medios de comunicación que deberían ser investigados por la fiscalía como delitos de odio y amenazas.

Tampoco se recuerda que un órgano administrativo asuma las competencias de órganos judiciales y se extralimite en la toma de decisiones, en un intento desesperado de romper los apoyos del candidato a formar gobierno. Afortunadamente, el Congreso de los Diputados ha mostrado la verdadera cara de España, la cara de un país tranquilo en el que la gente está cansada de ruidos y de bloqueos institucionales y ha apostado por huir de la confrontación para centrarse en lo que de verdad interesa, formar una mayoría que atienda las reformas que nuestro país necesita y saquen a este país de la parálisis que lo atenaza.

DCLM