Cultura taurina de Castilla La Mancha: La casta Jijona

Una vez más, la historia taurina de nuestra región nos sitúa en primer plano cuando estudiamos el nacimiento de las ganaderías en España y constatamos que un vecino de la localidad ciudarrealeña de Villarrubia de los Ojos, don José Jijón, consiguió formar la primera ganadería de toros bravos, conocida después en el mundo como Casta Jijona. Ello ocurría en los albores del siglo XVII.

Aunque las fiestas de toros ya eran conocidas desde mucho antes, algunos estudiosos sitúan el origen del toro de lidia en otro punto, aunque también de Castilla La Mancha, en el Real Valle de Alcudia.

Hasta ese momento el animal conocido como toro bravo, del que aún hoy desconocemos el misterio y el encanto de su bravura, y que las enciclopedias nos presentan solo como Artiodáctilo rumiante, macho adulto del ganado vacuno o bovino, de unos 2,5 metros de longitud y 1,5 de alto, que presenta cabeza gruesa provista de cornamenta, era un animal salvaje, probablemente procedente del Uro, que existía en Europa desde los tiempos prehistóricos y que siempre fue motivo frecuente en las pinturas rupestres.

Son pues los jijones los toros de lidia más antiguos de cuantos se conocen en la Península y es además, esta casta, posiblemente la más famosa de las cuatro que se conocen como las fundamentales de toda la ganadería brava española. Las otras tres son: Cabrera, Vistahermosa y Vazqueña.

Existen varias leyendas sobre el modo de cómo llegaron estos toros salvajes a los Montes de Toledo o el Valle de Alcudia, pero lo cierto es que allí existían grandes piaras de estos bóvidos y que fue precisamente don José Jijón el que tuvo la idea de cazarlos y trasladarlos a sus fincas de Villarrubia de los Ojos. Así pues, estamos ante el gran precursor de lo que hoy conocemos como Corrida de Toros.

Pero, ¿Qué fue de los jijones? Cuentan que los últimos se vieron en los campos de Colmenar Viejo (Madrid), pero los estudiosos del asunto de la ganadería brava, aseguran que la Casta Jijona se ha extinguido por completo tras haber cruzado su sangre con un buen número de otras ganaderías. A esta respecto hay que decir que los jijones, que eran muy aceptados por los públicos por su fiereza, su abundante cornamenta y, sobre todo, por el color de su pelo colorao, pasaron de las manos de su creador a las de Manuel Aleas, Gil Flores, Julián Casas, Francisco Arjona “Cuchares” y el Marqués de Villasequilla.

Según los datos que se conocen, Manuel Aleas cruzó con un semental de Juan Domínguez Ortiz (Vistahermosa) y más tarde, en 1840, con sementales de Muños Pereira y Gaviria. Gil Flores se dividió en dos, Fructuoso y Ramón Flores. Más tarde sus herederos y otros cruzaron sucesivamente con sementales de Eduardo Olea (Vistahermosa), Veragua (Vazqueña), y Conde de la Corte (Vistahermosa).

Julián Casas dividió la ganadería en dos partes. Una fue para Ildefonso Sánchez Tabernero, que ya poseía otra ganadería formada con reses procedentes de las castas Vistahermosa y Vazqueña. La otra mitad fue a parar a Manos de Modesto de la Fuente, donde quedó extinguida.

“Cuchares” fue ganadero por poco tiempo. Se deshizo de la ganadería en 1863,  no sin antes haber cruzado con sementales de Lesaca (Vistahermosa) y Treviel de Andrade (Vazqueña).

El Marqués de Villasequilla, tras muchos años de tener la ganadería en su poder, la vendió a Andrés Fontecilla en 1860 y este la cruzó con un semental de Miura (Cabrera)

Ángel Alcalde