Una Unión Europea algo más que preocupada o muy preocupada: la PAC y su futuro

Tras la salida de los británicos, los 27 se enfrentan a dos grandes problemas que probablemente supongan un importante replanteamiento tanto de su estructura interna como de su proyección en el resto del mundo.

De un lado, se ha iniciado la negociación de unos presupuestos (2021-2027) muy complejos, ya que varios países (Holanda, Suecia, Austria y Dinamarca) han propuesto importantes rebajas en los fondos que se destinan a la Política Agrícola Común, la PAC, y los fondos estructurales. De momento es difícil cuantificar las pérdidas que supondría para España y para Castilla-La Mancha. El Gobierno regional apoya las negociaciones del Ministerio de Agricultura y del propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quien calificaba en Bruselas de "altamente decepcionante para España y para toda la Unión Europea" la oferta del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel que supone un 14% de recortes agrarios  y 12% en los recursos de cohesión.

En referencia a su proyección internacional, uno de los problemas básicos de la Unión Europea es que no tiene que dar cuenta a nadie de su gestión. No es un gobierno elegido que si lo hace mal pierde las próximas elecciones. Casi podemos decir que se trata de un club con buenas intenciones, pero de corto alcance a la hora de reunir y demostrar el verdadero peso de las naciones que lo forman con capacidad real para liderar, disuadir, equilibrar o dotarse de un mayor peso específico frente a otras potencias como Estados Unidos o China. Parece que ha llegado el momento de restructurar la Unión Europea, mucho más tras la salida del Reino Unido. 

Porque, lejos de representar una unión de países con objetivos comunes, su fuerza en potencia se diluye, incluso en rencillas entre países que tratan de liderar el Club para favorecer sus propios intereses.

Lo ha dicho muy claro, como suele hacerlo, el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell: "Europa tiene que desarrollar un apetito por el poder, por la voluntad de actuar, de actuar de verdad, en vez de comentar y repetir todos los días que estamos preocupados, muy preocupados, extremadamente preocupados”.

Si la Unión Europea pretende ser como le correspondería la primera potencia económica, ejemplo de unidad frente a populismos o veleidades separatistas, debe dar un tremendo vuelco a sus estructuras democráticas y económicas y configurar un verdadero gobierno europeo que defina y ponga en práctica estrategias comunes con el poder suficiente para destacar y, si es preciso, imponerse en el resto del mundo.

De lo contrario, seguirá siendo un caro juguete poco operativo. Y es una pena porque, heredera de una densa cultura, muy probablemente se trate de la única esperanza de futuro en un mundo carente de verdaderos valores morales y democráticos.

elObservadorDCLM