La primera epidemia de la historia transmitida en directo

Puede que algunos se plantearan si debían o no tañer las campañas de las iglesias cada vez que una persona se contagiaba o fallecía por la peste negra en el siglo XIV. Había que informar, pero no era conveniente alarmar. Aquella peste, que se cobró al menos 25 millones de vidas, brotó en Asia y los comerciantes italianos la trajeron a Europa. También han existido bulos y leyendas negras sobre el inicio de la plaga: se ha acusado al Papa Gregorio IX quien habría hecho creer que los gatos eran animales diabólicos y debían ser exterminados. Lo cierto es que las personas morían como ratas, animales a los que se achacó el origen de la enfermedad transmitida esencialmente por las malas pulgas. Las escenas de las ciudades afectadas se plasmaron en obras de arte llenas de dramatismo.

A lo largo de nuestra historia, el ser humano ha debido enfrentarse a epidemias de peste, viruela, cólera, gripe, sida y ahora, el coronavirus. Desde aquella Edad Media hemos avanzado mucho en sanidad, higiene, y también en comunicaciones. La televisión ha cumplido ya noventa años. Google apareció hace veintidós. En muy poco tiempo hemos abierto las ventanas desde cualquier rincón del planeta. Hoy vivimos en directo la transmisión de la epidemia del coronavirus, si lo deseamos, podemos saber casi en tiempo real el número de afectados y el número de muertos en cualquier ciudad o pueblo del mundo. No sabemos si le estamos dando demasiada, poca o la importancia justa. Lo que sí debemos es seguir confiando en la eficacia del ser humano para dar la mejor respuesta a estos retos a los que lleva enfrentándose la humanidad desde que se cuenta la historia.

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