¿Y además autopsias?, Dios no lo quiera

En un reciente libro de un dirigente político toledano retirado hace tiempo de de la política, aparece una simpática anécdota referida a un alto rector de la Magistratura española,  el presidente del más  elevado Tribunal ,  a quien la muerte le sobrevino de forma inopinada, repentina.  

Muy religioso él, en los grandes trances jurídicos que se habían de ventilar en el Supremo confiaba en la providencia y siempre se mostraba tranquilo y seguro: “yo rezo y que sea lo que Dios quiera”.

Vienen Dios y los rezos a colación de la liebre informativa, recta y rigurosa, surgida del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha, siempre presto a ser los primeros en el orden y la ley. 

Han dado una noticia que ha tenido sonora carga especialmente en medios cómodos editorialmente con la derecha.  La noticia del Gabinete de Prensa del TSJ dice,  en resumen, que los muertos registrados en los Registros civiles son más, muchos más que los que aparecen en los registros médicos, en los certificados médicos que llegan al Juzgado certificando la muerte. Por tanto hay más personas que mueren, que las cifras que aparecen de fallecidos por coronavirus.

Normal.  No hace falta ir a Salamanca ni a Albacete para saberlo. ¿Quién no conoce de alguna persona con algún familiar fallecido al que se le apreciaron síntomas equiparables al coronavirus y al que no se le haya practicado test? ¿Es más, cuántas personas antes de morir no han acusado severos procesos febriles? 

Hay personas, sobre todo las de mayor edad, que una vez fallecidas en residencias o en sus domicilios particulares, sus  familiares, las funerarias, los médicos que las conocen y han seguido las últimas vicisitudes, lo último que desean es someterlas a un nuevo trámite burocrático: un test postmorten o una autopsia.  No sé si es bueno o es malo, pero es así. 

La liebre (o fiebre) por  los datos sobre fallecidos, la afición por el conteo de cadáveres que torpemente inició la alcaldesa de Tomelloso, con la bendición de un sacerdote de la comarca que se puso rulos políticos en la homilía, ya está en su cazadero habitual –el debate político- con la nota oficial y seria del TSJ de Castilla-La Mancha que ha sido el primero en España, el adelantado, en cumplir y hacer cumplirlas las recomendaciones del Ministerio de Justicia. Y, como era previsible, los datos no concuerdan con los criterios de contabilidad del Ministerio de Sanidad para casos de coronavirus.

Servida la polémica, la liebre está en su sitio; en la prensa se leen hoy estos sabrosos titulares: “El PP dice que Page no pude seguir ocultando la verdad, ni escondiéndose”. “Rouco encomienda a los forenses comprobar las muertes dudosas”.

Al margen de la fe en Dios y en la justicia, ya sea institucional o  mundana, tal como están las cosas, especialmente en Madrid, con colas para encontrar enterramientos  e incineraciones, con listas de espera en mortuorios y tanatorios, con retrasos de hasta cinco días para enterrar a seres queridos, con casos de  desplazamientos a cientos de kilómetros para incineraciones fuera de la provincia del fallecida de algunos de nuestros seres querido… Dios no quiera que a ninguno de nuestros lectores, ni al personal de registro o a tribunal alguno, le tengan que añadir el suplicio de la muerte una traba más,  la autopsia.  Además del dolor nos llevaría a un caos más acentuado en los servicios funerarios.

elObservadorDCLM