Periodismo cívico o relato militante

Hace años, incluso en pleno proceso de transición, escuchar la radio o la televisión era tanto como leer el Evangelio. Hasta las palabras de los comentaristas y periodistas más extremos y anacrónicos solían ir casi siempre a misa. Garbanzos negros alguno había, por qué negarlo, pero el relato o la opinión publicada distaban poco de la opinión pública. 

Hoy, los tiempos en la prensa han cambiado.  En la medida en que hay más periodismo tenemos más desinformación. Hay manchetas -que atinada definición técnica- nacidas no para informar sino para que las malvadas inclinaciones sean aventadas por las redes sociales. 

Tristemente son muchos los periodistas que, a la espera del IBEX o del ERTE, afinan sus voces roncas de acuerdo con posiciones extramuros del sentido común. Por fortuna todavía queda periodismo que al levantarse trata de enfundarse el traje de honorabilidad.  ¿Resistirán? Los medios públicos debieran en este punto ser un baluarte de ecuanimidad y pluralidad amable.

Esta mañana, mientras visitaba un centro comercial abarrotado de gente, con una enorme hilera de personas haciendo cola para entrar, tuve a bien invitar a un juego de prácticas de Periodismo a mi hija adolescente desorientada sobre su futuro laboral. Ella todavía duda de cara a la Universidad si estudiar Periodismo o ponerse a servir por lo legal. 

Le invité a grabar un video doméstico con la multitud para después, en casa, iniciar un juego divertido: cómo titular una notica. Es ni más ni menos el culmen de una pieza informativa, el orgasmo de satisfacción del trabajo bien hecho, el resumen sintético y audaz que encuadra ética y estéticamente el resumen de la noticia. La firma de autor del escultor entregado a su belleza. 

Es, a su vez, el admirable o paciente ejercicio al que se enfrenta cualquier hijo de vecino cuando abre un periódico, ya de papel, ya digital y se plantea. “Leído esto, el periódico me informa, expande mis conocimientos, me entretiene, aporta una opinión serena, me vacila, ¿me tiene por imbécil?  

Llevado por el irritable y sugerente titular con el que me despertó esta mañana la portada de un periódico centenario, he comenzado mi juego doméstico de forma intencionadamente provocadora. “Un mes de confinamiento y me levanto con una cola desproporcionada”, subtitulé el video. 

Mi pequeña, perpleja, tras observar mi bárbaro desahogo, no sabía si echar a correr, carcajear o llevarme al Juzgado. Después se fue al teclado para dejar su titular: “Ejemplo de civismo a las puertas de un centro comercial de Toledo”. En fin, es el resumen de da grandeza y la temeridad del Periodismo. 

Visto lo visto no sé qué recomendar a mi hija. Por su forma de subtitular, la animaré a que estudie Diplomacia. Desde Yakarta o Melbourne, nuestras antípodas, se ve mejor este gran país que es España.

elObservadorDCLM