El general de la Guardia Civil y los maestros ciruela

Estamos jodidos.  Ayer observé como un General de la Guardia Civil con cara de buena persona derrapó gravemente en el uso de la palabra. La Guardia Civil está para ayudar a la población y, si se tercia, cuando alguien se pone chulo, detener y poner a disposición judicial a los infractores.  Ahora bien, a ponerse  a diario a ejercer como portavoces no les enseñó el Duque de Ahumada. 

 El Gobierno central se pasa tres pueblos al poner a uniformados, día sí y día también, a que den la cara. En alguna ocasión están bien traídos, pero a diario no tiene un pase, por más que los gendarmes de la Comunicación de Moncloa quieran vestir, revestir o travestir la realidad.  Además, con el sueldo de los Portavoces monclovitas no deberían llevar  escolta.

El General  José Manuel Santiago se lío de la mala manera al decir que desde la Guardia Civil se está  controlando la trazabilidad de bulos y noticias falsas que tienen ciertamente el único propósito se sembrar el odio y desinformar. La inmensa mayoría de estos pasquines pretenden cargar contra el Gobierno bien lo saben y lo temen a aquellos los que se les ha cogido la matrícula con su remolque de falsedades y triquiñuelas.    

Lo que quiso decir lo entendieron todos, pero la pifia la pilló hasta el cabo de guardia de la casa cuartel del pueblo más iletrado del país. Fue tal la deposición que el Gabinete de Prensa de la Benemérita tardó menos de una hora en dar un respingo al General a través de un comunicado de prensa en el que se precisaban sus palabras. El propio Ministro de Interior, con socarrona sonrisa,  y la titular de Defensa repararon en el lapsus del General.  

El arrepentimiento y  el corregimiento público no sació el piadoso apetito de algunos jefes de la derecha. Ante el clamoroso error del General, las huestes imperiales salieron en tromba, saltando como  chimpancés sobre las posaderas del uniformado sembrando dudas sobre su dignidad. 

Sí. Estamos jodidos cuando la derecha más furibunda no duda en utilizar hasta un error de la Guardia Civil para cargar contra el Gobierno.  ¿Será que a la Jefatura de la Guardia Civil les ha picado el bicho y se han vuelto comunistas? . O, extendiendo la falaz sospecha que ponen a pulular los  dirigentes más ultras, ¿es que un General de la Guardia Civil no tiene la suficiente dignidad para –de haberle hecho el Gobierno la más mínima indicación o insinuación en esa línea- haber mandado al Ministro o al Presidente al rincón de pensar?

Esa derecha que tantas veces se recuesta sobre este Instituto parece no conocer muy bien a sus gentes al dudar de ellas.

La sospecha de que la dirección de la Guardia Civil no tuviere suficiente honor para con este propósito zaherir al Gobierno es una grosera temeridad. Tal como despreciar el comunicado del Instituto Armado que humildemente agachó las orejas y a los pocos minutos trató de enderezar el patinazo verbal de su Jefe. 

En fin, saquemos con un ápice de humor alguna conclusión buena: si la escalada verbal y de odio en el que trabaja un importante sector de este país continúa, no cabría pensar que un hipotético golpe de Estado tendrían como aliado a ningún instituto armado.   

Como diría Trillo, manda huevos que los primeros que se han tirado a la yugular del General por este glorioso lapsus hayan sido el jefe del PP, o sea  el candidato que obtuvo el peor resultado de la historia de este partido,  y Albert Ribera, conocido en el pasado por su ausencia de errores. El refranero nos alumbra en el recuerdo al  Maestro Ciruela, que sin saber leer puso una escuela.

Luis Peña