Inteligencia artificial al servicio de las personas

Por Philippe Blanc

22.05.2023

Mi padre acaba de echarme una bronca y confiscar mi PlayStation. Entró en mi habitación y me regañó por pasar mis días jugando con la maquinita en lugar de estudiar. ¡Mira quien habla! Él, que no hace nada con su vida, él, que se la pasa viendo la tele. Desde que perdió su trabajo como Director Financiero de Financiera Castellana hace 4 años, nunca hace nada. Sus antiguas funciones son realizadas por la Inteligencia Artificial. Además, ya no queda ningún empleado en su empresa gracias a la Inteligencia Artificial. Incluso dicha IA sustituyó al CEO. Por lo tanto, la empresa ahora opera sin personal y con total autonomía. El control lo proporciona la junta de accionistas, que a su vez usa ChatGPT para votar. Además, la IA renueva siempre la confianza a la dirección de la empresa, para gestionarse científicamente ella misma y no dejar espacio a posibles errores. En cuanto a la señora de la limpieza, que realizaba el único trabajo físico en la empresa, fue reemplazada por robots hace 8 años.

Desde entonces, mi padre nunca hace nada, ya nunca trabaja, ya nunca lee libros. Debido a que la IA gestiona la reposición del frigorífico y de los armarios, nuestros pedidos se generan automáticamente. Las entregas a domicilio de Carrefour las realizan directamente las furgonetas autónomas de Tesla. Mi papá nunca va de compras. ¿De qué sirve? Ya no hay nadie en las pocas tiendas físicas que quedan abiertas, ni clientes, ni cajeras, ni mozos. Todo es automático e impersonal. Tampoco cocina, todo es precocinado y automático. Mi papá dejó también de ir al bar. Lo que le interesaba era intercambiar unas palabras con el camarero, pero como éste fue reemplazado por un robot, ya no le atrae. Mejor beber solo en casa. Podría aprovechar la oportunidad para cultivarse, visitar museos. Pero es bastante inútil ya que basta con hacer las preguntas a ChatGPT para saberlo todo, y visitarlo todo virtualmente. Nunca envía un correo electrónico, nunca un WhatsApp, nunca un SMS, nunca llama por teléfono. La IA se encarga de todo eso por él. En fin, mi padre puede sermonearme todo lo que quiera, No tiene vergüenza. Él, que se ha convertido en un desecho.

Lo admito francamente. No tengo ganas de estudiar. Es inútil. Leer, calcular mentalmente, saber escribir, todo eso tenía sentido antes de la inteligencia artificial. La pereza me invade. A partir de ahora, nada me permitirá destacar en comparación con mis compañeros, será igualdad total, uniformidad, ya que todos tenemos la misma respuesta a las preguntas que nos hacemos, la que nos da ChatGPT, todos tenemos acceso al mismo conocimiento. ¿Y de qué sirve estudiar? Gracias a la IA y a los robots, ni yo ni nadie tendremos que trabajar nunca para ganarnos la vida. Todos cobraremos la Renta Garantizada, todos el mismo importe. Y ni siquiera vamos a gestionar nuestros ingresos, nuestros gastos y patrimonio, ya que la IA se encargará de ello. Finalmente, lo único que me sigue interesando en esta vida es ligar con chicas en Tinder o Facebook. Porque allí está mi pequeña revolución, sigo sin aceptar que la IA me elija una novia en mi lugar.

A fin de cuentas, la Inteligencia Artificial al servicio de la persona es una maravilla. ¡Qué progreso desde la era Neandertal! El hombre se ha librado de la necesidad de trabajar, de este castigo de Dios. Sin embargo tengo algunas dudas. ¿Qué hare con mi vida? ¿Mi futuro? Lo veo, es el sofá, la tele solo o al lado de mi mujer, la bebida.

Le planteé la pregunta a ChatGPT. Dice que el hombre está condenado. Ya no sabemos hacer nada sin ChatGPT. El hombre ya no sabe calcular mentalmente, ha olvidado las matemáticas, apenas sabe leer, tampoco sabe escribir. No sabe hacer la “o” con un canuto desde que existen los robots. Según algunos estudios, el coeficiente intelectual de las generaciones más jóvenes ya se ha reducido en un 60 % en los últimos 10 años. ¿De verdad quiero convertirme en un muermo como papá?

Philippe Blanc

Almagro, el 2 de febrero de 2036.