Frankenstein y Frankonstein

Por Gloria Gallas

18.08.2023

Frankenstein nació a principios de 1818, cuando se publicó la novela “Frankenstein o el moderno Prometeo” escrita por la inglesa Mary Shelley.

Frankonstein nació en El Ferrol, en diciembre de 1892. Su padre, Nicolás Franco, un militar librepensador y libertino, estuvo destinado en Cuba y Filipinas donde tuvo un hijo natural que reconoció antes de volver al Ferrol donde se casó con María del Pilar Bahamonde. El matrimonio no fue muy feliz y terminó roto porque María del Pilar era de buena familia conservadora y Nicolás llevaba una vida disipada, “mujeriego, jugador de casino y aficionado a las juergas y farras nocturnas”.

Frankenstein nació en un laboratorio. Según contaba Shelley, su cuerpo mítico fue creado por el doctor Victor Konrad Dippel zurciendo restos de diversos cadáveres que robó en cementerios, salas de disección, mataderos y patíbulos.  Para su novela, Shelley se inspiró en Dippel, un personaje verdadero, famoso por habitar en el castillo Frankenstein donde practicaba la alquimia y la anatomía. Dippel publicó un panfleto donde aseguraba que había descubierto un elixir a base de sangre, piel y marfil, que permitía alargar la vida hasta los 135 años. Murió al año siguiente de un derrame cerebral. 

Frankonstein, el auténtico, se llamó en realidad Francisco Paulino Hermenegildo Teódulo, Teódulo por el santo del día 4 de diciembre, y el resto de nombres por sus abuelos. Además de su hermanastro, el bastardo filipino Eugenio, Frankonstein tuvo otros dos hermanos de padre y madre, Nicolás y Ramón, y dos hermanas, Pilar, y Paz que falleció a los cinco años.

Frankenstein no tuvo niñez porque cuando fue creado ya era adulto, se puso de pie, caminó y se vistió. Por su físico y su naturaleza sensible, fue heredero de una saga de bestiarios de la Edad Media, monstruos muchas veces de corazones bondadosos como Quasimodo, el jorobado sordo y deforme que tocaba las campanas en Notre Dame y El patito feo, grande y torpe del que todos se burlaban hasta que se marchó a un pantano salvaje y se convirtió en un hermoso cisne.

Se cuenta que Frankonstein fue también objeto de burlas y de mofas por parte de sus compañeros en la Academia de Infantería de Toledo debido a su corta estatura, 1,64 metros y a su voz atiplada. Para reírse de su baja estatura le cortaron quince centímetros el cañón de su fusil y le obligaron a desfilar con él de forma que el conjunto resultara más armonioso. Sufrió también varios apodos como “cerillito”, “franquito”, “comandantin” y “miss Canarias”.

Frankenstein era un ser sensible y emotivo que buscaba compañía y afecto. Culto lector en varios idiomas de libros como El paraíso perdido, Las desventuras del joven Werther o Las vidas paralelas. Además de la lectura, el monstruo adoraba las bellezas de la naturaleza, las flores y los pájaros. Frankenstein comía frutos del bosque o bayas porque era vegetariano.

Igual que El patito feo y que Frankonstein, fue objeto de burlas y desprecio. Debido a su aterrador aspecto era continuamente rechazado lo que terminó fraguando una personalidad amargada y solitaria. 

Ambos personajes tuvieron finalmente una terrible relación con la muerte. De los demás. El monstruo Frankenstein reclamó una compañera a su creador, el dios Dippel; primero le dijo que sí, que le zurciría una novia para él con restos de cadáveres femeninos, pero luego se echó para atrás debido a problemas de conciencia. Eso no es lo que habíamos hablado le dijo el engendro y, para vengarse, mató a su hermano Williams, a su mejor amigo Henry y a su novia Elisabeth. El padre de Dippel, Victor, no fue capaz de soportar la novela y también falleció.

Frankonstein tenía su lugar en la historia. Salió de Canarias donde son muy aficionados a las mises y montó un golpe de estado contra el gobierno democrático y republicano. ¿Quién iba a decir a sus compañeros de la Academia de Toledo que el comandantin cerillito se iba a convertir en el Generalísimo que encarnaría el poder absoluto en un país llamado España, un caudillo de mentalidad cuartelaria con mando absoluto durante los 40 años en que controló todas las esferas de la vida y de la muerte, de las conciencias y de las inocencias? Bajo el palio del nacionalcatolicismo, dejó bien claro lo que no le gustaba y que, por tanto, perseguía con saña: ni el libreralismo, ni los masones, ni los marxistas, ni los sindicalistas, ni todo bicho viviente que no pensara como él, que no hubiera combatido en su bando y que no levantara el brazo a su paso glosando loores y entonando el himno, una, grande e irónicamente, libre.

Frankenstein terminó acosado por la mala prensa, debido a su aspecto y a fechorías en despecho por no haber podido amar a una compañera con la que dejar descendencia, aunque ahí está Miércoles y su Familia Monster.

Frankonstein no tuvo mala prensa porque el Estado, que era él, nombraba a todos los directores de periódicos y revistas que, además, debían ser falangistas de la Falange, una especie de partido único, excluyente, militarista, fascista y clerical, que se bandeaba entre el nazismo, el catolicismo y la unidad de España, la censura, la propaganda y una educación sin fisuras y sin lugar alguno para la cultura. 

Todos los que no comulgaban con el régimen de Frankonstein eran ejecutados o encarcelados. En sus cárceles se hacinaron cerca de 300.000 personas y más de 50.000 fueron directamente ejecutados.

El creador de Frankenstein decidió acabar con su obra y persiguió a su criatura hasta los confines del mundo. Víctor Konrad Dippel fue recogido por un barco en el Polo Norte donde murió sin lograr acabar con la vida de su hijo. El propio Frankenstein llegó poco después al mismo barco y le confesó a su capitán el deseo de acabar con su propia vida: “Dejaré su navío, tomaré el trineo que me ha traído hasta aquí y me dirigiré al más alejado y septentrional lugar del hemisferio; allí recogeré cuanto pueda arder para construir una pira en la que pueda consumirse mi mísero cuerpo”.

Frankonstein también reunió todo lo que podía arder y creó una pira, no para autoinmolarse sino para echar en ella a todos los vencidos que fueron apartados de la vida, castigados a trabajos forzados, mientras los vencedores se aprovecharon durante más de cuarenta años de aquel botín de guerra. En una España corrupta se vivieron los llamados “Años del hambre” entre el estraperlo y el mercado negro, la mendicidad, la prostitución y las enfermedades. Más de 400.000 presos políticos fueron utilizados como mano de obra esclava.

Frankonstein falleció el 20 de noviembre de 1975 por enfermedad de Parkinson, cardiopatía isquémica con infarto de miocardio, úlceras digestivas y agudas hemorragias masivas.

El mismo 20 de noviembre fue ejecutado en Alicante el fascista fundador de la Falange Española, José Antonio Primo de Rivera. 

La derecha española llama Frankenstein al gobierno del PSOE que apoyan formaciones de diversas regiones y nacionalidades, como si se tratara de el cuerpo de un monstruo cosido con retales.

Como ha dicho el autor de Historia de la Derecha Española, Pedro Carlos González Cuevas, “la derecha actual es, guste o no, heredera de Frankonstein. Manuel Fraga y Adolfo Suárez fueron sus ministros. Y fundadores de los partidos de derecha que están en la génesis del actual Partido Popular. Aunque no les guste”.

Gloria Gallas