Paloma, Benedetti, Margaret, Dylan y Miguel

Por Kimi

09.10.2024

“Me gusta el viento. No sé por qué, pero cuando camino contra el viento parece que me borra cosas. Quiero decir: cosas que quiero borrar”

(Mario B.)

Primero fue Paloma, luego Benedetti, más tarde Margaret Mitchell y, finalmente, Bob Dylan y Miguel. El nexo común entre todos ellos coincidía con la predicción del tiempo para el miércoles 9 de octubre de 2024: alerta de viento. 

O sea que primero fue el viento que a Mario le gustaba porque, según decía, “borra las cosas que quiero borrar”. 

Margaret fue una de las primeras periodistas de su tiempo, un tiempo también ventoso que movía los aconteceres como vaivenes, de un lado para otro: a principios de la segunda década del siglo pasado, Margaret se rompió un tobillo. Se dedicó a leer Historia, a recordar su propia historia y entonces su marido le dijo: ¿por qué no escribes tú también una historia? Se puso a escribir en su vieja Remington y finalmente tuvo que comprarse una maleta para llevar a su editor el enorme manuscrito de su libro titulado “Lo que el viento se llevó”. En 1936, el viento trajo a Mitchell el premio Pulitzer y, dos años más tarde, los personajes de su libro tomaron vida en una gran pantalla de Atlanta: Clark Gable y Vivien Leigh. 

Pasaron trece años y, otra tarde ventosa, Mitchell, el avatar de Scarlett O'Hara, iba al cine con su esposo; al cruzar una calle fue atropellada por un taxista ebrio y fuera de servicio. El viento se llevó a Margarett a los 48 años. Precisamente hasta ese 1949 se habían impreso de su obra ocho millones de ejemplares y había sido ya traducida a treinta idiomas.

Ante hechos como este, Paloma ha decidido confiar en el viento selectivo de Mario que nos hace olvidar las cosas que queremos borrar o que nos regala respuestas a preguntas como las que se hizo Bob Dylan: 

“¿Cuántos mares tiene que surcar la paloma blanca
antes de poder descansar en la arena?

¿Y cuánto tiempo tienen que volar las balas de cañón
antes de que sean prohibidas para siempre?”

Así podríamos seguir volando y pensando y recordando también a Miguel: 

“Vientos del pueblo me llevan/ vientos del pueblo me arrastran/ me esparcen el corazón/ y me aventan la garganta”.

Hay que leer ahora ese poema completo del oriolano para amar la diversidad de España y no ahondar ya nunca más en odios o diferencias. Para que las balas y el negocio de las guerras sean borrados para siempre por el viento del ser al que se ha llamado humano.

Ese 9 de octubre, Paloma estaba pendiente de que una maceta de su balcón no terminara descalabrando a un transeúnte. Sabemos ya Paloma (alumna de Benedetti) y yo (alumno de Bob Dylan), lo próximo que va a llevarse el viento y esperamos que sirva para mantener un grato recuerdo de lo que borra: me gusta el viento…

Kimi