La milonga

Por Paula

06.03.2021

I. LOS MENSAJES BORRADOS

José María envió a Petunia cuatro mensajes al wasap y luego los eliminó. Petunia se puso de muy mal humor pero habían tenido una bronca la semana pasada y, en un principio, no quiso preguntarle, a ver José Mary ¿qué decías en esos mensajes que has eliminado? Y, lo que era peor todavía: ¿A quién iban dirigidos esos mensajes que me has mandado y luego has eliminado tan rápidamente. 

Llamó a su amiga Marta y se lo contó. Marta le dijo: no te preocupes Petunia que eso es bastante normal, borrar mensajes que mandas por error, no se, a tu empresa, a tu madre, a cualquiera. No te mosquees por eso con Josema, que es un buen tío. El otro día se enteró de que un primo mío había dado positivo, me llamó y me dijo que si necesitaba algo no dudara en pedírselo, ya sabes cómo es, dijo, chicles, papel higiénico, en plan broma y eso. Oyes, Marta: ¡no te habrá mandado a ti Josema cuatro mensajes hace un rato! A ver, a ver, espera que abra el wasap: no, la verdad es que no. Petunia se puso de muy mal peor humor y le dijo a Marta que iba a llamar a su novio ahora mismo.

Josema, hola guapo, qué haces. Pues mira estoy aquí escuchando una canción preciosa de Chantal Chamberland, una versión de La Mer que me encanta… Oyes, Josemita, me has enviado cuatro wasaps y luego los has borrado… Si, es verdad, me había confundido, ¿Quedamos mañana no, Petu? Si, mañana quedamos para ir a correr, pero… ¿Eso de los mensajes borrados? 

II. EL DOCTOR MORGADO

Es una historia larga que te va a sorprender. Vale, cuéntamela entera. Pues verás, hace un mes aproximadamente, un compañero del trabajo me habló de un doctor especialista en el dolor, pero no para mitigarlo con analgésicos o con cuidados paliativos: el doctor Morgado estudiaba el dolor más allá del síntoma de un daño, una inflamación, una alerta que se produce, a través de nuestro sistema nervioso, cuando existe un problema físico o una enfermedad. Morgado no era un negacionista pero quería ir más lejos, llevaba años estudiando la posibilidad de que en el dolor pudiera estar la solución al daño que lo estaba causando. ¿Me sigues? Te sigo, continúa. Siempre que tenemos un dolor tratamos de rehuirlo y eliminarlo cuanto antes, utilizando por ejemplo paracetamol o lo que sea. Morgado pensaba que al dolor había que hacerle caso y que para eso existía. Su descubrimiento llegó tras el desarrollo de distintas técnicas naturales para eliminarlo o suavizarlo como la relajación consciente, la respiracion dirigida o el postorgasmo seco o tántrico, eso ya lo conoces tu. Si, lo conozco, sigue. Pues Morgado empezó a trabajar en pacientes a los que pedía que se concentraran en sus dolores todo lo que pudieran en vez de tratar de evitarlos. Se trataba de 'hacerse amigo' del dolor. Llegaba un momento en que el dolor desaparecía y él pensó que así se curaba también la causa que los producía. Yo me puse a practicar y es verdad que en ocasiones se me quitaba un dolor de cabeza pero un día conecté por casualidad con un dolor muy profundo, una especie de daño atávico o ancestral situado en mi hipocampo o mi amígdala. Era insoportable. Hablé con Morgado, se puso eufórico y me dijo que yo había conectado con el dolor más antiguo de la raza humana, muertes, masacres, pánico a los depredadores y al universo desconocido: si logras concentrarte y superar ese dolor, habrás redimido a toda la raza humana. Fue entonces cuando le envié esos cuatro mensajes pero me confundí y te los mandé a ti. Por eso los borré rápidamente. Esto es lo que decían:

• No pienso redimir a la raza humana. Ni de coña.
• Ya hubo un precedente y murió de mala manera.
• Lo siento.
• Paso de este rollo, Morgado.

¡Qué fuerte, Josema, qué-fuerte, tío!

Petunia llamó a Marta esa mista tarde: “No sabes la puta milonga que me ha contado José María. Con todo el dolor de mi corazón, estoy segura de que tiene un rollete.

Paula