Setenta años de futbol

Por Manuel Herrera

30.03.2021

Quizás a ti setenta años de futbol te parecerán una eternidad, a mí se me han pasado en un suspiro. Recuerdo ir al Metropolitano, al de la gradona, tres de la tarde, metro Cuatro Caminos salida Reina Victoria, cuesta abajo, alegría, ilusión, Ben Barek, Aparicio, Juncosa, Chuzo y tantos otros que en aquel fútbol que añoro. Hacían que los domingos fueran distintos para los que amábamos el fútbol.

También con épocas malas como cuando fue presidente el marqués de la Florida. Recuerdo las cargas a caballo de los llamados grises en las afueras del estadio, la gente gritando ¡Fuera el Marqués! ¡Fuera el Marqués!

Junto a esos momentos de buen fútbol, los árbitros, esos no han cambiado, siguen igual. Ahora el VAR los tiene intranquilos, lo hacen, pero no saben cómo. Tener seis o siete cámaras y hacer el ridículo con sus decisiones, les deja en evidencia.

Cuando jugaba al baloncesto, nos arbitraba un tal señor Jaramillo. Árbitro que también lo hacía en primera división. Quiero decir lo primero, que para el equipo era un amigo, al final de los partidos siempre se venía a tomar unas cervezas. 

Jaramillo siempre presumía de un reloj de oro que le había regalado el de siempre. En el futbol han cambiado muchas cosas, pero lo que menos ha cambiado ha sido el criterio de los árbitros: FAVORECER A LOS GRANDES.

Siempre he ido al fútbol acompañado de una oveja, pequeña muy linda, extremadamente aficionada y muy atlética. Antes de salir de casa la envolvía con un vestido de rayas rojiblancas, de lana en invierno y de algodón cuando hacía calor. En los malos momentos, me miraba y comprendía que me decía: no te preocupes que esto pasara, y tenía razón.

Ha pasado mucho tiempo y seguí llevando al futbol a CHUMI, mi oveja a la que ya había clonado un par de veces.

En los últimos años, en el Vicente Calderón a mí me entregaron la insignia de oro de los cincuenta años de socio. No lleve a CHUMI al acto para que no tuviera envidia, ella era mucho más forofa que yo y se la hubiera merecido. Cuando llegué a casa me miró muy mosqueada y me sentí totalmente culpable.

En la segunda época de Simeone, CHUMI, no quería ir al fútbol. Se escondía en la cocina detrás de la nevera y si la llevaba se sentaba a mis pies, en la grada.

Cuando la miraba ella estaba mirando al público, ojos tristes, mirada lánguida y parecía que me quería decir ¿Has visto a la señora de arriba el vestido tan lindo que lleva?

CHUMI así no te vuelvo a traer al fútbol, le espete yo bastante cabreado. ¿Sabes qué? Me contesto: ¡ES QUE ME ABURRO!

Cuando el domingo pasado vi el partido por televisión contra el Alavés, eso no fue ni partido.  El sufrimiento de ver a un equipo con sus jugadores desquiciados los pone, los quita, los cambia de sitio, a los que meten algún gol les pone atrás y el caso es que los jugadores luchan y corren, pero pienso, ¿merece la pena ganar así la Liga?

Tengo muchos años y entre la Covid y el Atleti también estoy desquiciado como mi CHUMI.

Manuel Herrera