Mi prima Montse y mi padre

Mi prima Montse vive en Barcelona y es una loca del independentismo. Yo vivo en Albacete y estaba en mis cosas, quiero decir que hasta hace unos meses era para mi un tema fefifo, o sea que ni fu, ni fa. Luego vino a comer mi padre y armó la marimorena. Llevaba el hombre un tiempo con sus goteras, alicaído y de pronto le vemos otra vez rejuvenecido,  en su salsa. Vino con una bandera española y me la puso en el balcón; se había traído hasta unos alicates y unos alambres para sujetarla bien: “Y esta no es de un chino, dijo, porque esos se llevan todo lo que ganan y no invierten nada en España”. En esas que tuvo que llamar la Montse por teléfono, se puso mi padre y en un minuto llamó rata cobarde a Puigdemont y le dijo también a la hija de su hermana que ya no compraba agua de Vichy catalán sino San Pellegrino y que si querían irse que se fueran “a soplar gaitas fuera de España”. “¡Toma, hija, el teléfono!” Y, claro, yo ya no sabía qué decirle a la Montse que estaba llorando porque ella adoraba a Puigdemont, a su hijo le habían suspendido en cuatro asignaturas y, con diez años, seguía meándose en la cama. Eso me dijo y luego “anda que tu padre, se pasa unos pueblos, ¿ehhh?”. “Bueno, Montse, ya sabes como están las cosas por aquí, por Albacete...” “Trae, trae, dijo mi padre, arrebatándome el teléfono”: “¡Mira, Montserrat, dile a tu madre que si España os roba que os vayáis todos a Bruselas donde podéis tomar mejillones y dejar de tocarnos los cojones, ja, ja, ja!”.

- ¡Papá!, trae el teléfono ahora mismo...

- Ay, Montse déjale que está descontrolado todo el día con sus amigos mandándose wasap. No te preocupes por lo de Jordi. Mi hijo, Manolete, estuvo con protector hasta los doce años y tampoco es que fuera una lumbrera en el colegio y ahora ya le ves, en las Juventudes de los de Ciudadanos, que si Rivera por aquí, Rivera por allá...¿Monste, Montse? Ha cortado.

Rosi