Libertango orgásmico

“Hay un tiempo para las mentes, un tiempo para despojarnos de nuestras mentes, y un tiempo para recuperarlas”. D. Cooper.

Cuando lanzamos las campanadas de este 2020 no sabíamos que iba a tratarse de uno de los años más antiorgásmicos de la historia. 

El psiquiatra David Cooper publicó su Manifiesto Orgásmico en el capítulo cuarto de “La gramática de la vida” (1974). Cooper observaba la existencia de personas, rostros, movimientos políticos, momentos en la historia e incluso relojes que marcan las horas de tiempos que pueden considerarse orgásmicos y otros, antiorgásmicos. 

A partir de ahí no debe resultar complicado clasificar comportamientos o momentos que nos acercan a la armonía, la paz, la risa, la creatividad, la salud, el amor, la confianza, la expansión, el orgasmo… y otros que nos sitúan en la crispación, el odio, el enfrentamiento, la enfermedad o el antiorgasmo. O identificar rostros que emanan un sentimiento hedonista espiritual frente a otros que evocan desagrado, inquina o disgusto permanente, con o sin bigote.

El arte, la música, la pintura, la belleza de la creación son algunos de los medios para acercarse a lo que K.G. Dürckeim denominó “Experimentar la trascendencia”.  Este psicólogo alemán que trajo el zen a occidente, añadía junto al arte la naturaleza, el erotismo y ciertas experiencias religiosas más cercanas a la meditación que a la hipocresía o a las “teologías morales” de comportamiento. Gente bonita hace edificios bonitos, gente que domina cualquier faceta del mundo del arte y lo disfruta, trasmite lo mejor del ser humano.

El año que acaba ha sido un ejemplo social y sobre todo político de antiorgasmo. Podemos situar a la enfermedad en un lado y a los sanitarios en otro. Podemos poner en un lado a los que han luchado contra la enfermedad y en el antiorgásmico a los salvapatrias que han tratado de aprovecharse del caos para sacar tajada.

Dicen los naturalistas que un paseo por el bosque -también orgásmico- es más saludable que millones de consejos. También lo es bailar o contemplar con todos los sentidos este Libertango que nos muestra el camino orgásmico mejor que otro millón de palabras.

elObservadorDCLM